El 25 de junio de 2009, el Dr. Conrad Murray comenzó a administrar a Michael Jackson una serie de sedantes en un intento desesperado por aliviar su insomnio crónico.

A la 1:30 de la madrugada, le dio 10 mg de Valium, un medicamento comúnmente utilizado para la ansiedad, esperando que ayudara a conciliar el sueño que tanto le costaba conseguir en los últimos días.

Sin embargo, no hubo mejora en la condición de Jackson, quien había pasado semanas sufriendo de insomnio mientras se preparaba para una ambiciosa serie de conciertos en Londres, conocida como la gira *This Is It*.

El ensayo final, realizado apenas un día antes de su muerte, había sido calificado como extraordinario, demostrando que, a pesar de los problemas de salud que lo aquejaban, seguía siendo un artista con un control absoluto sobre su oficio. Pero la presión de la gira y la tensión acumulada parecían haber cobrado un precio en su capacidad para descansar.

A las 2:00 a.m., Murray, frustrado por la falta de efecto del Valium, optó por inyectar lorazepam, otro ansiolítico. Sin embargo, el sueño seguía sin llegar. Continuó administrando más sedantes a lo largo de la noche, incluyendo midazolam, sin ningún resultado significativo.

Murray sabía que Jackson, tras años de lidiar con el insomnio, había desarrollado una resistencia a los tratamientos convencionales. Esta desesperación llevó al médico a utilizar un medicamento mucho más poderoso y peligroso: el propofol, un anestésico utilizado normalmente en procedimientos quirúrgicos.

A las 10:40 de la mañana, el doctor inyectó 25 mg de propofol, diluido en lidocaína para reducir el dolor en la inyección. Fue esta última dosis la que puso fin a la vida de Michael Jackson. Poco después de recibirla, Jackson cayó en un sueño profundo del cual nunca despertaría.

Murray, según los informes, abandonó la sala por un breve momento, y al regresar, encontró al Rey del Pop inconsciente. A pesar de los esfuerzos de reanimación, Jackson fue declarado muerto poco después.

Michael Jackson, cuya vida fue marcada por éxitos sin precedentes y controversias interminables, no solo fue una figura central en la cultura popular por su música, sino también por su carisma, sus excentricidades y su compleja historia personal.

Desde muy joven, Jackson mostró un talento natural extraordinario que lo impulsó a la fama mundial. Nacido el 29 de agosto de 1958 en Gary, Indiana, Jackson era el octavo de diez hijos de una familia con profundas raíces musicales.

Su padre, Joseph Jackson, formó la banda *The Jackson 5*, donde Michael, desde los cinco años, comenzó a deslumbrar al público con su capacidad vocal y carisma en el escenario.

The Jackson 5 pronto alcanzó la fama internacional, con éxitos como “I Want You Back” y “ABC” que dominaron las listas de éxitos en la década de 1970. Pero fue la carrera en solitario de Michael la que lo consagró como una leyenda.

Su quinto álbum de estudio, *Thriller*, lanzado en 1982, rompió todos los récords previos. Con más de 65 millones de copias vendidas, sigue siendo el álbum más vendido de todos los tiempos.

El innovador videoclip de “Thriller”, dirigido por John Landis, cambió la forma en que se entendían los videos musicales, convirtiendo un simple complemento promocional en una forma de arte cinematográfica. El video, de casi 14 minutos, combinaba elementos del cine de terror con una coreografía icónica que sigue siendo reconocible en todo el mundo.

Pero el éxito de Jackson no se limitaba solo a *Thriller*. Con álbumes como *Bad*, *Dangerous* y *HIStory*, consolidó su posición como uno de los artistas más influyentes y exitosos de todos los tiempos.

Canciones como “Billie Jean”, “Beat It”, “Smooth Criminal” y “Black or White” no solo fueron éxitos de ventas, sino también reflejos de su innovadora capacidad para fusionar géneros como el pop, el R&B, el rock y el funk. Su habilidad para desafiar las convenciones musicales, mezclando estilos y creando sonidos nuevos, lo elevó por encima de sus contemporáneos.

A lo largo de su carrera, Jackson acumuló más de 350 millones de discos vendidos y 13 premios Grammy, pero su impacto fue mucho más allá de las estadísticas. Fue pionero en la creación de espectáculos en vivo que combinaban elementos teatrales, efectos especiales y coreografías complejas.

Además, su estilo de baile, que incluía movimientos como el famoso “moonwalk”, redefinió la forma en que los artistas se desempeñaban en el escenario.

Sin embargo, la vida personal de Jackson fue mucho más complicada. A lo largo de su carrera, estuvo en el centro de una serie de controversias, algunas de las cuales persiguieron su legado incluso después de su muerte.

En 1984, durante la filmación de un comercial de Pepsi, Jackson sufrió quemaduras graves en el cuero cabelludo debido a un accidente con fuegos artificiales. El incidente lo dejó con cicatrices físicas y psicológicas, además de ser el inicio de su relación con los analgésicos.

Su dependencia de los medicamentos para el dolor y para dormir se agravó con el tiempo, convirtiéndose en uno de los muchos factores que lo condujeron a una vida cada vez más recluida y cargada de problemas de salud.

Además, Jackson padecía vitíligo, una enfermedad autoinmune que provoca la pérdida de pigmentación en la piel. Este padecimiento fue objeto de especulaciones a lo largo de los años, ya que muchos creían que Jackson intentaba “blanquearse” la piel intencionadamente.

A pesar de que el propio Jackson explicó en entrevistas su condición, los rumores sobre su apariencia y otros aspectos de su vida privada no cesaron. A esto se sumaron las acusaciones de abuso infantil que surgieron en la década de 1990 y que, aunque nunca fueron completamente probadas, dañaron gravemente su reputación.

No obstante, el legado humanitario de Jackson es igualmente significativo. A lo largo de su vida, donó más de 300 millones de dólares a organizaciones benéficas y causas filantrópicas.

Entre sus esfuerzos más notables está la coescritura de la canción “We Are the World”, un proyecto benéfico que recaudó millones para combatir la hambruna en África.

Jackson también fue un firme defensor de los derechos humanos y el medio ambiente, expresando sus preocupaciones a través de canciones como “Earth Song” y “Heal the World”.

A pesar de las controversias y tragedias personales, el impacto de Michael Jackson en la cultura global es innegable. Su capacidad para conectar con audiencias de todas las edades, géneros y razas lo convirtió en un fenómeno mundial.

Su muerte dejó un vacío en el mundo de la música, pero su legado continúa vivo a través de sus canciones, sus innovaciones y su influencia en generaciones de artistas.

Con más de 39 menciones en el Libro Guinness de los Récords y varias nominaciones al Premio Nobel de la Paz, Jackson dejó un impacto indeleble no solo en el mundo del entretenimiento, sino también en la conciencia global.

En el fondo, Michael Jackson fue una figura compleja: un genio artístico que, a pesar de todos los obstáculos, redefinió lo que significa ser una superestrella en la era moderna.

Su música, su baile y su filantropía siguen inspirando a millones de personas alrededor del mundo, consolidando su estatus como uno de los artistas más importantes y queridos de todos los tiempos.